Jaime Garzón por Kerly Calvo

JAIME GARZÓN

Kerly Tatiana Calvo Rincón
1002, IED Nuevo Chile



Jaime Garzón, octubre 24 de 1960, – agosto 13 de 1999, Bogotá; su nacimiento se da cuando el país atraviesa una situación política, social y económica conflictiva, un año que está marcado  por el periodo de la denominada 'guerra fría', ese enfrentamiento global entre capitalismo y socialismo que dividió a la mayor parte del mundo en esos dos campos. Su infancia se ve marcada por varias de las circunstancias que se presentaban en el país durante esta época, tales como el Pacto Nacional que trae como consecuencia la división del poder entre liberales y conservadores, además de alternarse la presidencia entre liberales y conservadores por cuatro periodos, excluyendo cualquier otra fuerza o expresión política que no podía ser elegida a ninguna corporación pública; su carácter e interés por la política se empezó a forjar como respuesta a estos y otros acontecimientos que envolvían a su país.

Garzón durante su formación académica pasó por una gran cantidad de colegios, pues cursó los grados superiores (bachillerato)  cada año en un colegio diferente, debido a que su actitud era  irreverente y solía faltar el respeto a sus superiores, motivo por el cual fue expulsado en la mayoría de ellos, a pesar de ello se le consideraba como un alumno brillante, de amplios conocimientos; en pocas palabras un muchacho inteligente. Dentro del largo listado de colegios a los que asistió se destacan el colegio de la Universidad Libre y el Seminario Conciliar de Bogotá a pesar de su natural rebeldía estuvo signado por una educación católica, donde aprendió rigores y disciplinas. No fue larga su etapa mística, ya que fue interrumpida por un rector que lo expulsó del seminario al ver en él precisamente lo que era: una oveja descarriada.

Eran tiempos de cambio y de latino americanismo de izquierda, pero también las últimas volutas de la marihuana y del hipismo. Al terminar el bachillerato empezó a hacerse notorio su interés por la política y diferentes movimientos, por lo que Jaime militó en el pelo largo, el rock and roll, la paz y el amor. Pero simultáneamente encontró a los personajes que entonces abundaban en los bares y en las universidades públicas, con el Libro rojo de Mao y el Manifiesto comunista debajo del brazo decide estudiar derecho y ciencias políticas en la Universidad Nacional de Colombia, más adelante empezaría sus estudios en historia y física en la misma universidad; -dentro de esta, también realizó un estudio de psicoanálisis corto-. Garzón se destaca como alumno dentro de la Universidad Nacional y se le caracterizaba por ser el alumno que ponía en aprietos a los profesores nuevos, por sus lucidos debates y cuestionamientos. Quienes compartieron con él durante esa época, lo destacaban como un personaje divertido e irreverente, que dice las cosas como le parecen y las maquilla con un poco de humor, cuenta su amigo Jorge Escobar, “en uno de sus tan imprescindibles debates con sus superiores, desató un roce con un decano, cuyo nombre más tarde usaría para denominar a su perro rottweiler.”

Sus intenciones políticas personales le decían que los abogados se convertían en presidentes de Colombia. Garzón pretendió ser un abogado dedicado a la causa de los pobres, pretensión que, junto con su educación cristiana y su fallida vocación sacerdotal, lo condujo a ser militante del Ejército de Liberación Nacional, la guerrilla guevarista impregnada por el marxismo cristiano y la Teología de la Liberación, dirigida por curas rebeldes y embudo generacional por el cual se fue a las montañas buena parte de la izquierda colombiana de la época. Después de pasar tres meses en las montañas de Antioquia, tiempo en el que su labor guerrillera se redujo a cuidar varios millones de pesos enterrados en una loma, Jaime empezó a desencantarse de la dura vida del monte. Alguna vez recordaba que, al desenterrar el dinero, éste se había podrido. Aquello fue una señal y Jaime pidió el retiro. Los años siguientes los dedicó a pequeños trabajos relacionados con su inacabada carrera de abogado. Fue un poco de todo: asesor, «tinterillo» y, en especial, un gigantesco faro de diversión para sus amigos. Cada vez imitaba mejor a los personajes de la política colombiana, pero entonces no sabía que, de tanto hacerlo, se volvería uno de ellos.

Jaime Garzón, no sólo se caracterizó por sus habilidades académicas y por su marcada participación e interés en la política, sino que también se destacaba por su humor, por su tendencia desde pequeño a remedar a la gente, “inició con su mamá, luego sus compañeros de clase, sus docentes y decanos y todos a quienes él consideraba ´oportunos’.” A pesar de que parece ser una forma de “tomar el pelo”, su humor siempre fue inteligente, fino y sagaz; tanto que muchos políticos y personas poderosas le temían, le consideraban el dolor de cabeza de muchos ministros y congresistas, presidentes y ex presidentes, candidatos, jueces y magistrados. Garzón tenía la facilidad de dejarlos al descubierto con sólo una frase.

Este personaje jamás dejó de sorprender al país, era un hombre humilde y sencillo, nunca se creyó el cuento de que era famoso, vivió toda su vida en el mismo lugar, no cambió su vestimenta, ni compró un vehículo de moda. Mantuvo a su lado a las personas que siempre consideró sus amigos y se mantuvo firme en su posición política, a pesar de las críticas de aquellos que le querían hacer mal. Sin Jaime, la política colombiana habría sido simplemente aburrida, repetitiva y sin contenido.

Ya en el año de 1986, tras su huida y rompimiento con la izquierda, (situación de la que al parecer nunca salió), Garzón decidió iniciar su irresistible ascenso, esto se da tras unas conversaciones con unos contactos no muy serios que tuvo con -en ese entonces- el alcalde de Bogotá Andrés Pastrana, Jaime fue nombrado alcalde menor de la zona de Usme en Bogotá. Al desempeñarse como alcalde y experimentar con esa pequeña cuota de poder, el humor que le caracterizaba fue volviéndose un tanto más conocido, y de boca en boca entre la izquierda y uno que otro periodista se supo que, por allá en las montañas del sur de Bogotá, un bicho raro y medio mal educado imitaba de manera delirante a todo el mundo.  Cuando su particular forma de hacer humor llamó la atención de ciertos periodistas, le invitan a aparecer en un reportaje y fue así como Garzón, en 1987, apareció por primera vez con sus imitaciones en la televisión. La entrevista difundida fue bien comentada e hizo que Garzón saliera de sus monótonas actividades a pertenecer a la ya contaminada vida pública, forma en la que Garzón empezó a desarrollar diferentes relaciones con los altos círculos del poder en Colombia.

En 1990, Garzón entabló una cercana amistad con el recién elegido presidente de Colombia, el neoliberal César Gaviria, situación que lo lleva a participar en la preparación de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, que produciría una nueva Carta Magna. Comenzó a ser el bromista de la corte de Gaviria y ejerció al mismo tiempo las funciones de asesor de comunicaciones del presidente; ello le permitió, codearse con los que tienen el poder, siempre actuando como un ácido crítico y ejerciendo su derecho de poner todo en duda, hasta al propio Gaviria, quien, convencido de la necesidad del bufón, le dio largas para que se burlara ampliamente de su gobierno. En ese ejercicio de la ironía cotidiana en el palacio presidencial, en los cocteles y demás actos de alto coturno social, Garzón vio la posibilidad de «rentabilizar» sus dotes histriónicas, por lo que una productora de televisión le propuso montar un programa. Así salió al aire su primer gran éxito: Zoociedad; más adelante empezaría a realizar programas tales como ¡Quac! El Noticiero y Lechuza y CM&.

Tras transformarse en una persona de tal influencia, Jaime Garzón se convirtió en objetivo militar por sus intereses políticos, sus encuentros con la guerrilla cuando intentaba ser mediador para liberar secuestrados y el éxito de sus comedias lo llevaron a que se convirtiera también, en una piedra en el zapato para muchos sectores del poder por su sátira, a consecuencia de ello, se da un complot entre agentes del Estado y los paramilitares, se decidió su muerte. Fue entonces que se contrató al grupo de sicarios de la Terraza en Medellín, una banda a cargo de “Don Berna”.

El viernes 13 de agosto, cuando se dirigía a los estudios de Radionet en Bogotá, a la altura del Barrio Quinta Paredes en la calle 22F con carrera 42B, frente a Corferias y a pocos metros de la estación de radio, se detuvo en el semáforo a la espera de que cambiara de luz roja a verde. Entonces fue interceptado por dos individuos que iban en una motocicleta blanca de alto cilindraje con las placas ocultas y después de llamarlo por su nombre, le dispararon cinco (5) veces a Jaime, impactos que recibió en la cabeza y le causaron de manera inmediata la muerte.

Jaime Garzón fue un personaje que marcó la historia de Colombia y se mantiene aún como símbolo de la irreverencia política, dentro de su legado he hallado diferentes frases que me gustaría desglosar una a una con una intervención personal.

·        “Lo que nos enseñan a los colombianos no tiene nada que ver con las necesidades que tenemos los colombianos”.
Tras leer e indagar sobre la vida de Jaime Garzón, relacioné esta frase con su manera de comportarse en los colegios, su irreverencia frente a los superiores y la forma particular de expresarse me hacen pensar que el discurso que está decidido transmitir a los Colombianos, posee intereses de control, de querer callar voces que hablan aún con la boca cerrada, siento que esta frase tiene tanta fuerza como su legado, porque en realidad muestran cosas de su época que aun en la mía se mantienen, con esto me refiero a la forma en la que aquellos que tienen el poder manipulan todo bajo intereses económicos y se olvidan de que el país está conformado por más personajes que esos pocos que están participando “activamente” en el senado.

·       “Este país se escandaliza porque uno dice Hijueputa en televisión, pero no se escandaliza cuando hay niños limpiando vidrios y pidiendo limosnas, eso sí no, eso es un folklore”.
Esta frase hace las veces de espejo de nuestra sociedad, sigue pasando, sigue siendo de la misma forma, aunque ahora no es tanto con una palabra vulgar, sino más bien con banalidades, en qué dijo tal futbolista, qué actor se desnudó, qué modelo se operó los senos… Este tipo de noticias generalmente escandalizan más que la realidad de nuestras calles, suelen cegar la vista de las gentes. Hace pocos días en nuestro país, se daba una situación denigrante, atroz; se trata del genocidio ocurrido en Tumaco, situación que fue poco divulgada porque los medios estaban dando lugar en su programación a la importante noticia de la clasificación del equipo colombiano a un mundial de fútbol o porque simplemente no tiene lugar dentro de los intereses (y conecto con la frase anterior) que quieren ser trasmitidos a la población colombiana.

·       “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”
Con esta frase me sucedió algo particular, y es que sentí como si el propio Jaime me hubiera abofeteado … Lo digo porque la relaciono directamente como me veo frente a mis responsabilidades, haciendo las cosas a medias, con pereza y desinterés; si en ocasiones eso soy yo, pienso en que todos los jóvenes a mi edad pensamos similarmente y aunque nos repiten constantemente que somos “el futuro” del país estamos siempre con la mala actitud, con el desinterés de lo que pasa allá, afuera. Muchas veces no sabemos qué pasa en el país o ciudad, ni siquiera en el barrio en el que vivimos, olvidamos que hacemos parte de algo y con el sólo hecho de serlo podemos aportar diferentes cosas que proporcionen un cambio, que sea grande o pequeño no importa. Siento que esta frase me hizo reflexionar sobre mi postura como estudiante, pero además como ciudadana.

·        “En Colombia hay mucho talento, pero la educación nos ha llevado a que el talento sea desperdiciado. Se tuerce”.
Esta frase la relacione con mis compañeros de clase, he compartido experiencias con muchos de ellos y he descubierto que algunos tienen diferentes talentos, algunos cantan, otros dibujan, mientras otros se destacan por su capacidad motriz al interpretar instrumentos. Siento que muchos de estos talentos en el aula de clases se ven desperdiciados, comprendo que los profesores están ligados a lo que los altos mandos de la educación imponen, pero me encantaría que así como hay espacio para “aprender” x o y tema, debería abrirse un espacio para explorar nuestras habilidades, para desglosar nuestros talentos, para perder el miedo de mostrar lo que somos y lo que nos gusta y para de tal forma, salir formados no sólo como estudiantes con ciertas competencias, sino como ciudadanos libres de tomar decisiones sobre sus propios intereses.

BIBLIOGRAFÍA
·         Antonio Morales Rivera. Visitado octubre 28 de 2017 y recuperado de
·         Octubre 2 de 2017, Miguel A. Acosta, Visitado octubre 29 de 2017 y recuperado de http://politeianuevochile.blogspot.com.co/2017/09/blog-post_52.html
Visitado octubre 29 de 2017 y recuperado de http://narino.info/2015/08/15/27-frases-de-jaime-garzon-lecciones-de-colombia-para-no-olvidar/

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